Los pasatiempos
Hace ya muuuuchos años que me dedico a los pasatiempos. También a los juegos, pero a fin de cuentas tanto unos como los otros son parientes de la misma familia.
Esto de los pasatiempos es una cosa curiosa. Yo digo en broma que “antes hacía pasatiempos y ahora me dedico al Entrenamiento de la Mente”. Y es que ha habido una revolución en este campo, más o menos desde que se realizó el encuentra planetario entre el Sudoku y el Brain Training que ha permitido ennoblecer el antiguo y sufrido arte de los que nos dedicamos a este oficio, por demás muy digno.
Recuerdo que empecé hace muchos años, en la revista Muy Interesante (tras algunos intentos en periódicos como el Ya o Diario 16), cuando su director me retó a hacer una página especial para ellos con el compromiso de que:
– cada mes hubiera 4 pasatiempos nuevos.
– diferentes para cada revista.
– originales, es decir nunca publicados anteriormente.
Cumplí el cometido durante más de 10 años (120 pasatiempos inventados), y he de decir que aprendí muchísimo de aquella experiencia. Cometí muchos errores, pero gracias a mi primer Mac (un Macintosh II) conseguí resultados espectaculares para la época: 1987 y me metió en este mundo de la informática, que ya puedo decir que, auque no digital de nacimiento como los niños de ahora, podría decirse que soy un digital de adopción.
Esto de los pasatiempos es para mí una curiosa mezcla de amor y desamor. Cuando estoy inspirado se me ocurren cosas verdaderamente peregrinas, que antes o después pongo en práctica, y que al final cogen cuerpo y llegan a ser hasta clásicos. Por el contrario, en otros momentos en que la inspiración se hace retozona, me cuesta poner a funcionar la máquina, y es entonces cuando aparece el espíritu perezoso y reciclador, y me pongo a reutilizar conceptos ya sabidos que, aunque me aburren, por lo menos me permiten cumplir los compromisos y conseguir el mundano y vil metal.
Aún recuerdo cuando conseguí convencer a la Editorial Aguilar de que estaba en condiciones de realizar un libro de Sudokus en 30 días (allá por el verano de 2005), y así fue cómo se adelantó su publicación en una semana a la competencia de la editorial de El Mundo. Y es que cuando la máquina funciona a pleno rendimiento es posible hacer realidad los milagros. Algún día escribiré mi aventura con los sudokus, lo que descubrí cuando me puse a investigar sobre ellos y cómo en éste, como en otros temas, el mundo es un pañuelo.